En los valles patagónicos, caracterizados por fuertes vientos y bajas precipitaciones, las cortinas forestales junto con el riego, son fundamentales para la producción de diferentes cultivos, dando protección a los mismos y brindando madera para la industria y para los productores y leña para la calefacción en ambientes rurales.
Las cortinas forestales cortaviento son plantaciones de árboles, en una o dos hileras paralelas, que se colocan perpendiculares a los vientos dominantes para proteger a los cultivos, el ganado, el suelo y las viviendas.
Una cortina principal es aquella que se encuentra protegiendo al cultivo y está ubicada perpendicular a los vientos dominantes.
Una cortina secundaria se instala, para aumentar la protección, cuando las principales son jóvenes y de poca altura. Estas pueden ser perpendiculares o paralelas a las principales e intermedias entre éstas. Una vez que aumenta la altura de los árboles y, en consecuencia se incrementa el área protegida, las cortinas secundarias pueden ser cortadas, quedando solo las principales.
La plantación de cortinas forestales en un predio otorga múltiples beneficios.
Existen numerosos estudios en la región que muestran los beneficios de las cortinas forestales en la producción de diferentes frutales, protegiéndolos del viento, las heladas primaverales y favoreciendo la polinización de las flores. La mayoría de estos trabajos indican un aumento de la producción, mayor tamaño de frutos, menores daños por el golpeteo de los frutos contra otras partes de las plantas (rameado) y, en algunos casos, menor mortalidad de plantas.
Se destaca el aumento en la producción de algunos cultivos como el de alfalfa. En zonas con fuertes vientos, se ha obtenido el doble de producción cuando la pastura es protegida por cortinas.
Asimismo se evidencia la importancia del uso de cortinas para el cultivo de hortalizas, principalmente de hojas y, en menor medida, para las de bulbo.
Otro de los beneficios es el reparo contra el viento que ofrecen al ganado, brindándoles también sombra en los días más calurosos.
Desde el punto de vista ambiental, al reducir la velocidad del viento, disminuyen la evapotranspiración del cultivo y la pérdida de agua del suelo, haciendo más eficiente el uso del agua de riego. Además se evitan o disminuyen las pérdidas de suelo por erosión, por lo que se recomienda que antes de preparar un terreno para la producción agrícola, dejando el suelo descubierto, es importante la instalación de cortinas cortaviento.
Las cortinas forestales generan un microclima en los valles, y colaboran en la mitigación del cambio climático, al fijar CO2 en su madera.
El embellecimiento del paisaje es también otro de los beneficios, generando además un ambiente propicio para especies de aves y otro tipo de fauna, favoreciendo la biodiversidad.
En zonas frutícolas, donde se aplican pesticidas, las cortinas forestales disminuyen la deriva del producto aplicado, que es fuente de contaminación de aire, suelo y agua. Favoreciendo también a disminuir la cantidad de polvo suspendido en el aire.
Desde el punto de vista económico, el manejo adecuado de las cortinas ofrece un doble beneficio: protección y producción maderera, potenciando la rentabilidad para el productor. En este sentido, se destacan los ingresos producidos por la venta de los productos forestales (madera y leña), las mejoras en el rinde de los cultivos debido al efecto protector de las cortinas, y los ingresos extra que se puedan lograr por la obtención de los mecanismos de promoción existentes a nivel nacional para las forestaciones.
Desde el punto de vista social, las cortinas forestales aportan al empleo de mano de obra, tanto para la plantación, mantención y aprovechamiento de las mismas, como en la industria de la madera. Un ejemplo de esto es el Valle del río Negro, donde el complejo foresto industrial, movilizado mayormente por el aprovechamiento de las cortinas forestales, ocupa unos 2.800 empleados permanentes y alrededor de 1.500 temporarios.