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Los forestales y el Manejo Sustentable de "lenga": responsabilidades propias y ajenas

Dr. José Bava | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Este artículo presenta una opinión referida al uso de los bosques de lenga orientado principalmente a la producción de madera, y fue elaborado pensando en el manejo de los lengales en el norte de su distribución en Argentina, que abarca desde el sur de Tierra del Fuego hasta el centro de la provincia de Neuquén, a la latitud aproximada de la localidad de Temuco. Probablemente, algunas de las situaciones que se mencionarán puedan ser aplicables en el sector argentino de Tierra del Fuego y en Chile. Para no perder de vista que los bosques de lenga constituyen una unidad que trasciende los límites políticos, en ocasiones se incluyen referencias a información de Chile y Argentina en conjunto.

EL BOSQUE PRODUCTIVO

Los bosques de lenga constituyen probablemente el recurso forestal nativo de mayor importancia que puede ser manejado en forma sostenible mediante técnicas silviculturales sencillas y en el marco de una ordenación forestal simple. La lenga se incluye entre las especies nativas de mayor relevancia tanto en Argentina como en Chile en términos de producción de rollizos aserrables. El conocimiento acumulado sobre los bosques de esta especie permitiría la elaboración de un marco general simple para su ordenación, basado en experiencias silviculturales concretas y el conocimiento disponible sobre existencias y crecimientos.

Entre Argentina y Chile los bosques de lenga ocupan una superficie de 4,9 millones de hectáreas (CONAF et al., 1999; IFONA 1984, 1986 a, 1986 b, 1986 c), desde los 35º 35´ S hasta los 55º S (Veblen et al., 1996 b). No más de un 30 % de esta superficie puede ser considerada como bosque de producción, definido como bosques que cumplen en principio dos condiciones principales: en primer lugar están ubicados en terrenos donde se asume que el aprovechamiento forestal no va a tener consecuencias erosivas importantes (se excluyen entonces de esta categoría bosques en terrenos de mucha pendiente, bordes de lagos y cursos de agua, y otras zonas de especial fragilidad ecológica) y en segundo lugar pueden producir materia prima para uso industrial, es decir, tienen un mínimo de calidad desde el punto de vista maderero.

Pero atendiendo a las múltiples funciones del bosque, es necesario asumir que la producción de madera no será la actividad prioritaria en toda la superficie que definimos como bosque productivo, o que puede ser realizada únicamente bajo las restricciones impuestas por la ordenación forestal o la silvicultura. En muchos casos bosques productivos serán dedicados a la preservación o estarán sometidos a restricciones de manejo específicas. Estas restricciones pueden estar orientadas a mantener valores estéticos, o a respetar prioridades especiales de conservación, como por ejemplo el hábitat del huemul. Esto suma un tercer factor a la definición de las áreas de bosque productivo, que es la inserción de la producción forestal en el ordenamiento territorial.

De esta manera, el análisis parte de un primer déficit: no existe un marco de ordenamiento territorial incorporado a los organismos responsables de la gestión del recurso, que tenga el carácter de una política de estado pensada para el largo plazo donde pueda insertarse la actividad forestal. La elaboración de este marco general para un uso lo más integral y armónico posible de todos los recursos, es una tarea que involucra entre otros a profesionales y técnicos forestales y de otras disciplinas, actores privados de diferentes sectores, ONGs, y decisores políticos.

EL USO FORESTAL EN LA ACTUALIDAD

Dada la ausencia de una planificación territorial que contemple los diferentes usos y funciones del bosque, los forestales debemos trabajar de acuerdo a nuestro criterio en el aprovechamiento del bosque productivo.

Y aquí llegamos a un segundo déficit: esta vez la responsabilidad es exclusivamente nuestra. En general trabajamos sin un marco de ordenación forestal, y en muchos casos desconocemos si la cuota de aprovechamiento (en superficie o volumen) a que sometemos nuestros bosques es sustentable o no para cada cuenca de producción en la que intervenimos.

El avance de las cortas se desarrolla al ritmo de las (grandes o pequeñas) inversiones de capitales privados. Es decir, a nivel regional nos abstenemos de decidir con criterios forestales (perpetuidad, rendimiento sostenido) qué superficie será intervenida cada año, dejando que el resultado corresponda a la suma de intervenciones realizadas por las empresas. En algunas regiones esto ya ha causado el cierre de industrias que ya no tienen acceso a materia prima a costos razonables, con la consiguiente problemática social: el estado se ve obligado a realizar acciones sobre esos problemas sociales, es decir, actúa sobre las consecuencias de un problema forestal.

Disponemos de un inventario que puede brindar la información suficiente para una primera aproximación, es necesario ahora avanzar en la planificación, dar el marco dentro del cual podemos decir que nuestro manejo es sostenible.

La superficie intervenida anualmente está sujeta a importantes fluctuaciones, pero puede estimarse en unas 4 mil hectáreas anuales en Chile y Argentina. Las intervenciones varían entre cortas de protección y floreos, y se realizan previa aprobación de un plan de manejo. En ocasiones ingenieros o técnicos forestales realizan la marcación de las cortas. En otras palabras, la actividad financia la participación de forestales en la planificación (a nivel predio) y en la ejecución (desde la simple marcación hasta la dirección de trabajos de aprovechamiento) de las tareas forestales. Es nuestra responsabilidad que ese dinero se use para el beneficio del bosque.

MANEJO A TRAVÉS DE CORTAS DE SELECCIÓN EN GRUPOS

El manejo del bosque implica la aplicación de silvicultura durante largos períodos de tiempo. En el presente, involucra la necesidad de realizar inversiones en el bosque más allá de las que son imprescindibles para su aprovechamiento. Las diferentes estructuras que es posible encontrar en bosques vírgenes, nos indican la ocurrencia de procesos dinámicos muy diferentes, que pueden ser imitados a través del manejo. Por lo tanto, es posible utilizar distintos sistemas silvícolas, que requieren inversiones de distinta índole. El manejo de los lengales como bosques altos irregulares mediante el empleo de cortas de selección por grupos, constituye una buena alternativa bajo las actuales condiciones de manejo, dado que no requiere el volteo de grandes cantidades de madera no aserrable y tiene un impacto más bajo que otros sistemas que implican cortas más drásticas.

El concepto de manejar el bosque a través de cortas de selección implica establecer unidades de regeneración en cada intervención que se hace al bosque. En el método de selección clásico, que se basa en árboles individuales, estas unidades de regeneración se establecen a partir de la corta de un ejemplar que ha llegado a la madurez, definida por un diámetro objetivo. En este caso, no estamos hablando de un bosque manejado, sino de bosques vírgenes o floreados donde la estructura puede diferir bastante de lo que podría ser la estructura objetivo ideal, balanceada, de un manejo heteroetáneo, y donde los ejemplares de mayor diámetro se encuentran afectados por pudriciones.

Es importante tener en cuenta que el protagonista del manejo es un industrial que entra al bosque para extraer madera. En este marco, la unidad de regeneración tiene que ser creada a partir del volteo de árboles maderables, "floreables". Además, dado que no habrá oportunidad de realizar inversiones en silvicultura hasta que el bosque no haya acumulado una cantidad de madera aserrable que justifique económicamente la realización de una nueva intervención, estas unidades de regeneración deben tener un tamaño tal que permita el buen desarrollo de la regeneración hasta que una nueva intervención sea posible.

En la corta de selección por grupos que se propone aplicar, se establecen en cada intervención unidades de regeneración, a través del volteo de un grupo de entre 3 a 6 árboles (Bava y Rechene, 1998). Estas plantas se eligen bajo el criterio que, en la medida de lo posible, produzcan trozas aserrables. En caso de que no haya suficiente cantidad de árboles aserrables, la corta se complementa con el volteo o anillado de individuos no maderables, lo que constituye parte de la necesaria inversión en silvicultura en este tipo de manejo. Las unidades de regeneración establecidas forman bosquetes que se desarrollan cicatrizando el claro. El tamaño óptimo de las unidades de regeneración puede oscilar entre los 150 y los 600 m² y depende de las condiciones ambientales locales, que deben ser consideradas en las marcaciones. En caso de rodales que ya tienen establecidas unidades de regeneración de buena calidad (grupos y/o bosquetes), la inversión consiste en liberar estas unidades. Para mantener una estructura irregular, la intensidad de la corta en ningún caso debe superar un tercio del área basal presente por ha.

Datos preliminares nos permiten estimar que un ciclo de cortas de unos 35 años permitiría que el bosque remanente de la primera corta acumule una cantidad de madera aserrable equivalente a la obtenida en la primera intervención, aunque esto varía ampliamente entre las distintas estructuras del bosque intervenido (Bava, 1999). De todas maneras, si asumimos un ciclo de cortas de esa magnitud, nos veríamos frente a dos aspectos importantes para la planificación del uso del recurso a nivel regional:

  • La superficie de corta anual de una determinada cuenca de producción no puede superar 1/35 de la superficie total de la cuenca.
  • Superficies que ya fueron aprovechadas en los últimos 35 años no podrían incluirse en las cortas de corto plazo. Repetidos floreos sobre una superficie en intervalos cortos pueden constituir eventualmente una operación rentable, pero tienden a inhabilitar económicamente al bosque por largos períodos de tiempo, en forma comparable a un rodal que se establece tras una corta de protección.

Este puede ser un primer plazo para tener una idea de la cuota sostenible de aprovechamiento. Es responsabilidad de los forestales permanecer dentro de estos límites.

La inversión en silvicultura en la primera intervención consiste en complementar la corta, en los casos que sea necesario, volteando ejemplares no maderables para asegurar un tamaño de claro que permita que la regeneración pueda prosperar hasta la siguiente intervención. En esta segunda intervención, la inversión consistirá en ampliar los huecos o eventualmente hacer aclareos en los mismos. Lo esencial, es que esa inversión se realice y de la mejor manera posible considerando la estructura del rodal, y otras condiciones locales. Eso también es una responsabilidad de los forestales involucrados en las operaciones forestales y su fiscalización.

PRINCIPALES OBSTÁCULOS HACIA LA SOSTENIBILIDAD DEL MANEJO

En octubre de 1998 y marzo de 1999 se realizaron en Esquel y Ushuaia en Argentina talleres que convocaron a profesionales de Chile y Argentina directamente involucrados en la elaboración, ejecución y fiscalización de planes de manejo en bosques de lenga. En ellos se visitaron ensayos y aprovechamientos realizados en bosques de lenga ubicados en la provincia del Chubut (a una latitud aproximada a Coyhaique y Chaitén) y en Tierra del Fuego. En el marco de estos talleres se identificaron algunos problemas para llevar a la práctica ejemplos de manejo sostenible a escalas regionales o locales (cuencas).

Ellos fueron: la ausencia de una planificación territorial, la problemática del ramoneo, la utilización de madera de baja calidad, la capacidad de gerenciamiento de la industria, y la viabilidad práctica y económica de la aplicación en terreno de las formas de manejo propuestas por los técnicos.

La planificación territorial, entendida como la definición de las actividades o usos que son prioritarios en cada zona de una región determinada, debe ser sin duda el marco dentro del cual se inserten los planes de ordenación forestales, como ya lo mencionáramos. Los forestales debemos dar el soporte técnico a una tarea que requiere un alto compromiso político. Una planificación de este tipo, si bien debe ser lo suficientemente amplia y flexible como para hacerla adaptable a diferentes situaciones y escenarios políticos, constituye una política de estado y requiere de nuestra parte la disposición a dialogar y consensuar posiciones con diferentes sectores, desde ONGs ambientalistas hasta ocupantes ganaderos y representantes del poder político.

En el 90 % de los casos, la primera corta que hay que hacer en un esquema de manejo, ya sea por cortas de selección en grupos o por cortas de protección, tiene por objetivo establecer regeneración. Si esa regeneración es dañada por el pastoreo, se termina la sostenibilidad del manejo. La problemática del ramoneo de ganado doméstico o de la fauna silvestre dentro del bosque, constituye un problema cuya solución sin duda excede a los forestales. Sin embargo, lo que sí es responsabilidad nuestra es decidir si un área boscosa puede o no ser objeto de cortas que tiendan a establecer regeneración, de acuerdo a una evaluación de la presión de ramoneo existente. En muchas ocasiones no podemos asegurar que el área puesta en regeneración se vea libre de ramoneo, ya sea de ganado, de ciervo o guanaco, pero es nuestra responsabilidad evitar esa corta si no estamos convencidos de que la regeneración va a poder prosperar. No podemos darnos por satisfechos con decir "si no hubiera habido ganado (o ciervos, o guanacos, o liebres) el tratamiento aplicado hubiera sido un éxito". La exclusión de estas áreas puede llevar a que permanezcan en reserva superficies de bosque productivo hasta que este tema pueda ser solucionado.

En la utilización de madera de diferentes tipos de calidad hay un largo camino por recorrer. Desde el punto de vista de la silvicultura, parece difícil que la producción de madera aserrada al estado verde pueda pagar la inversión necesaria en el bosque. El mayor valor agregado a los productos y una utilización más integral de la madera de calidades inferiores constituye sin duda una asignatura pendiente.

La capacidad de gerenciamiento de los industriales del sector ha sido cuestionada en numerosas ocasiones, en mayor medida por profesionales provenientes del sector público. Como forestales podemos prestar apoyo en actividades de capacitación empresarial, pero también constituye nuestra responsabilidad dar reglas del juego claras, en cuanto a las posibilidades de obtención de materia prima que pueda ser aportada por los bosques fiscales a perpetuidad.

La viabilidad práctica y económica de la aplicación de las diferentes propuestas de manejo es una responsabilidad esencial de los ingenieros y técnicos forestales. La elaboración de propuestas que no pueden ser aplicadas, no es suficiente. Mientras estas propuestas son elaboradas, discutidas y validadas se están interviniendo 4 mil ha anuales. En ese marco, tenemos que disponer de los elementos básicos para promover la realización de inversiones mínimas en silvicultura, de manera que en cada una de esas 4 mil ha la corta que se realice sea mejor que el floreo (que no involucra inversiones en silvicultura ni requiere de forestales trabajando en el bosque). En ocasiones no será posible aplicar todos los tratamientos silviculturales que sean necesarios, pero es nuestra responsabilidad que algunas inversiones prioritarias se realicen en el bosque.

CONCLUSIONES

Existen una serie de problemas para lograr un manejo forestal sostenible en los bosques de lenga. Algunos de ellos trascienden el ámbito de los forestales, y otros nos competen exclusivamente.

En el proceso de llegar a un manejo sostenible hay fortalezas que deben ser aprovechadas: estamos trabajando con un bosque monoespecífico sobre cuyo comportamiento disponemos de mucha más información que de otros ecosistemas (Donoso, 1993; Veblen et al., 1996a); se han elaborado diferentes propuestas de manejo que han sido en algunos casos probadas en la práctica (Schmidt y Caldentey, 1994; Thren et al., 1998; Bava, 1999); y por último, un aspecto de suma importancia: a ambos lados de los Andes los profesionales involucrados en la elaboración de los planes de manejo, la marcación de las cortas y en su fiscalización, son un número muy reducido. Es relativamente fácil entonces consensuar prácticas y acordar criterios y prioridades que nos permitan avanzar hacia un mejor manejo. Ese es un paso que deberíamos dar.

También hay oportunidades a las que se les debe prestar especial atención. El incentivo al manejo y conservación del bosque nativo, que puede llegar a través de fondos nacionales o por proyectos de Mecanismos de Desarrollo Limpio, establecido en el protocolo de Kioto por la Convención Marco de Cambio Climático (CMCC), pueden convertirse en realidad en cualquier momento.

Desde otro punto de vista, la presión de grupos ambientalistas para evitar el aprovechamiento de áreas productivas en estado virgen es cada vez mayor, con el argumento de que los forestales no somos capaces de implementar en la práctica un manejo sostenible. A este argumento no hemos podido oponer ejemplos para fundamentar nuestra posición. Si bien existen algunas superficies que han sido intervenidas con muy buen criterio silvícola, eso aún no vale como ejemplo de manejo sostenible: para ello es necesario mostrar cómo ese ecosistema modificado por el manejo viene siendo tratado de acuerdo a una planificación silvícola desde hace muchos años (digamos 40 ó 50 años, lo que constituye sólo la mitad de un turno). Disponer de una, dos, o tres alternativas silvícolas probadas, que pueden adecuarse al manejo sostenible de la especie no es suficiente. Debemos analizar y asumir la responsabilidad que tenemos por la ausencia de esos ejemplos.

RESUMEN

Los bosques de lenga pueden constituir un aporte fundamental para el desarrollo de importantes regiones de Chile y Argentina. Su aprovechamiento debe realizarse en forma sustentable y dentro de planes de ordenamiento territorial. Los ingenieros y técnicos forestales deben ser parte en la elaboración y ejecución de estos planes que aún no están disponibles. Tampoco disponemos de planificaciones forestales a nivel regional o de cuencas de producción, lo que constituye una responsabilidad exclusiva de los profesionales forestales. Si bien existen diferentes alternativas de manejo silvícola, que, como la corta de selección en grupos, pueden ser aplicadas con éxito en bosques de lenga, no hay ejemplos de superficies sometidas a un adecuado manejo por un período importante de tiempo. Hay una serie de problemas para lograr un manejo forestal sostenible en los bosques de lenga, algunos de ellos trascienden el ámbito de los forestales, y otros nos competen exclusivamente.

REFERENCIAS

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DONOSO, C. 1993. Bosques Templados de Chile y Argentina. Variación, Estructura y Dinámica. Ed. Universitaria, Santiago, Chile.

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Schmidt, H.; Caldentey J. 1994. APUNTES TERCER CURSO SILVICULTURA DE LOS BOSQUES DE LENGA. CONAF, CORMA, Univ. de Chile. Pta. Arenas. 109 p.

THREN, M.; BAVA, J.; AKÇA, A.; ANTEQUERA, S.; LENCINAS, J. 1998. Tratamientos silvícolas en un bosque de lenga en base a sus funciones y estudio comparativo de cuatro tratamientos silvícolas en un bosque de lenga de la provincia del Chubut, Argentina. I Congreso Latinoamericano IUFRO, Valdivia, Chile, 22 al 28 de noviembre.

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